Reseña del documental Huicholes: los últimos guardianes del peyote

Reflexiones desde el CUNorte

Alan Rodríguez*

Foto: www.flickr.com

El cine hoy, como ayer, no se aparta de la preocupación por el debilitamiento de los pueblos antiguos y sus culturas. Porque el cine, en tanto que expresión artística y no sólo vía para el entretenimiento, debe asumir el compromiso por suscitar el análisis y convocar a la reflexión. Un ejemplo actual, generoso de oportunidad y sensatez, es el filme Huicholes: los últimos guardianes del peyote (México, Argentina, 2014), documental escrito y dirigido por Hernán Vilchez que justamente cumple con ese propósito.

Especializado en el documental antropológico, este cineasta argentino se ha enfocado en filmar pueblos indígenas y ceremonias ancestrales alrededor del planeta. Su cámara ha capturado la vida de los aborígenes australianos de Arnhem Land, los pigmeos batwa de Uganda, los taquileños del Lago Titika, los waoranis y shipibos de la Amazonia, los mentawai de la Isla Siberut, los diolas de Senegal, las masivas celebraciones del Kumbh Mela en India y la Fiesta de Yemanjá en Bahía, Brasil.

Su filme observa con ojo atento las tradiciones y el acontecer diario de la etnia wixárika, un pueblo originario que periódicamente emprende un viaje de peregrinación hacia Wirikuta, al encuentro de los ancestros espirituales que habitan ese territorio. Su cámara capta el palpitar de una raza milenaria y su devoción hacia la naturaleza, su cortesía al Abuelo Fuego y la Madre Lluvia, su multicolor rostro identitario, su sabiduría que ha atravesado eras.

En la zona crece el peyote, que para los huicholes es como un libro, un camino hacia la reflexión que permite hacer de la vida algo espiritual. Así, se nos abre una puerta a la cosmogonía inabarcable de esta cultura que afirma que nuestro planeta y cada ser que lo habita, cada elemento de la naturaleza, son sagrados.

Vilchez también presenta el inquietante caso de Wirikuta, región perteneciente a la entidad mexicana de San Luis Potosí; territorio sagrado acosado por la industria de explotación minera. Su documental recoge voces de ecologistas, economistas, académicos, personalidades y representantes de instituciones relacionadas con los pueblos indígenas quienes ofrecen puntos de vista sobre la preocupante situación que aqueja a los wixárika y a su tierra divina.

Triunfador como mejor documental en el 11º Red Nation Film Fest, el filme insistentemente pone en evidencia aspectos que pueden atentar contra la integridad de Wirikuta, aun cuando deja ver que la cosmovisión huichola persiste en sus fundamentos y bases, pese a la intromisión de la cultura occidental. Paralelamente, da a conocer iniciativas que buscan contrarrestar ese riesgo.

Es así que conocemos cómo la protesta contra los intereses mineros se eleva hasta las oficinas de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, en el pleno del Foro Permanente para los Asuntos Indígenas. O bien, la manera en que ha podido extenderse hasta Vancouver, a las puertas de la reunión de accionistas de la First Majestic Silver Corp., firma dispuesta a aportar el dinero para extraer los minerales de la región.

"Se nos abre una puerta a la cosmogonía inabarcable de esta cultura que afirma que nuestro planeta y cada ser que lo habita, cada elemento de la naturaleza, son sagrados"

El director Vilchez también reúne testimonios de quienes se muestran a favor de la explotación de Wirikuta, con lo que dota a su filme de una pluralidad de voces que contribuyen a animar el debate sobre este tema. Ciertamente no busca dejar de lado la importancia de la actividad minera como alternativa para reactivar la economía endeble de la región. Por eso es que toca también la problemática del poblado de Real de Catorce, cuyos habitantes padecen el desinterés de las autoridades por instrumentar políticas públicas que consigan rescatar al municipio de la pobreza.

La pieza de Vilchez no se decanta por un tono alarmista, aunque no por ello deja de ser un filme completamente denunciatorio. No denota ningún comentario directo de su autor. Goza de una narrativa un tanto convencional, en la que imágenes de archivo y animación ocasionalmente se intercalan con la dominante aparición a cuadro de entrevistados cuyas apreciaciones y juicios delinean la importancia de esta problemática.

En el subtexto de este documental yace un llamado a las autoridades mexicanas ante una inminente devastación ecológica y cultural. Para el espectador, la pieza se revela como un reporte completo en información sobre un asunto de interés incluso internacional, desde ópticas distintas como la sociología, la economía, la ingeniería, la geología, el activismo, etc. Sobre todo, invita a tomar conciencia sobre la industria extractiva que amenaza con desgajar a una región y una cultura al grado empujarlas a un irreversible declive.

Huicholes: los últimos guardianes del peyote nos recuerda que vivimos una época de alarmas y riesgos. Porque nos acechan crisis económicas, desastres naturales, el calentamiento global, la catástrofe nuclear, el desequilibrio ecológico, la violencia desmedida del crimen organizado, la radicalización de las diferencias étnicas, la imposición de nuevas dictaduras. Y entre todo ello, también la extinción de los mundos autóctonos.

* Alan Rodríguez. Investigador, periodista y crítico decine. Licenciado en Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestro enEstudios Cinematográficos por la Universidad de Guadalajara. Actualmente Subdirector de Comunicación Social de la Cineteca Nacional de la Ciudad de México, también crítico de cine a través de la columna 'Pantalla nómada' en el diario La Jornada.