Ante el belicoso capitalismo y sus agudas policrisis en el siglo xxi, se exploran diversas propuestas para salir del capitalismo. Las actuales experiencias Kurdas, Mapuches y Zapatistas ofrecen ejemplos de alter- nativas anticapitalistas viables.
Palabras clave: Capitalismo, policrisis, anticapitalismo, zapatismo
Facing the bellicose capitalism and its multiple crises in the 21st cen- tury, various proposals are explored to exit capitalism. The current Kurdish, Mapuche and Zapatista experiences offer examples of viable anticapitalist alternatives.
Keywords: Capitalism, crises, anticapitalist, Zapatism
Agradezco a la Universidad de Guadalajara, que por medio de su Centro Universitario del Norte, me otorgó el galardón Tenamaztle. La figura de dicho guerrero caxcán es una hipostasiación1 de la digna y valiente lucha de los pueblos originarios contra la invasión europea que se quiere hacer pasar como un descubrimiento de tierras ignotas y explotables. Después, se pasó a “la conquista”, que se propuso esclavizar de diversas formas a los pueblos originales e irlos acotando por medio de un cruel exterminio. Sin embargo, ambas etapas no se dieron sin constantes y ejemplares resistencias y rebeldías de los de abajo, cuyo impulso perdura. Esa lucha es contra todos los despojos, la humillación, el sometimiento y la dominación que aún persiste en nuestros días por medio de todas las formas de colonialismo interno y de un capitalismo destructor de vidas y del planeta. Actualmente la lucha de abajo, si quiere prosperar, debe ser anticolonialista y anticapitalista. Revisemos brevemente lo que implica el capitalismo hoy.
El debate en torno al capitalismo actual ha sido amplio e intenso. Hacia finales de 2022 el estadounidense William Robinson publicó un libro en el que expone que desde 2008 hasta la tercera década del siglo XXI se ha dado una prolongada crisis del capitalismo global que ha sido tanto estructural como política y que se agravó con la pandemia de por la Covid-19. Hace ver que la globalización ha implicado una transformación radical que conlleva una concentración y centralización extremas del capital. Los conglomerados financieros entrelazan la masa de capital mundial. Hay una reestructuración con base en una avanzada digitalización que intenta revitalizar la nueva fase capitalista que se defiende de las presiones que provienen desde abajo. Insiste en que es difícil que el capitalismo global pueda continuar y que la única salida es el derrocamiento del sistema (Robinson, 2022).
A mediados de enero de 2023, la élite política y corporativa transnacional tuvo su reunión anual en Davos. Se destacó que se realizaba en medio de la crisis más severa del capitalismo global desde la fundación del Foro Económico Mundial. Robinson (2022) se refirió a la incertidumbre sobre la capacidad de esta elite para mantener el control, reestabilizar el capitalismo global y reconstruir el consenso fracturado en sus filas. Apuntó que el consenso capitalista global construido en el apogeo del neoliberalismo desde la década de los 1990 hasta el colapso financiero del 2008 seguía desintegrándose. También destacó la serie de crisis entrelazadas que los Señores del Capital enfrentaban para gobernar el planeta.
La globalización capitalista salvaje arrojaba a la inseguridad a innumerables comunidades, países y regiones. Había desatado desigualdades sin precedentes y había desencadenado conflictos sociales y políticos en todo el mundo. Como consecuencia, los Estados experimentaban una crisis de legitimidad. Robinson (2022) que más de 400 protestas antigubernamentales de gran envergadura habían estallado alrededor del mundo desde 2017; una cuarta parte de ellas se habían mantenido durante tres meses o más; muchas involucraban a cientos de miles y hasta millones de manifestantes, y no menos de 32 estaban todavía en curso mientras se hacía la reunión en Davos. El mismo autor volvió a enfatizar que el capitalismo global estaba frente a una crisis estructural de la sobreacumulación y del estancamiento crónico. Subrayó que la pandemia había acelerado todas las contradicciones y tendencias de crisis. Resaltó, una vez más, que el ecosistema planetario en que se basaba la civilización humana se estaba desmoronando bajo el impacto de la desenfrenada acumulación del capitalismo. Concluyó que nos encontrábamos en medio de la descomposición de la civilización capitalista y que la solución vendría desde abajo, en contra de la clase dominante de Davos (Robinson, 2023).
Aludiendo a los que se reúnen en Davos, Boaventura de Sousa Santos apuntó que, velando por sus intereses, estos extremos ricos temían la revuelta de las masas empobrecidas y proponían como única respuesta la represión violenta, policial y militar. Alertó que las guerras interna y externa eran dos caras de un mismo monstruo y que la industria armamentística se beneficiaba por igual de ambas (Santos, 2023).
El economista británico Michael Roberts (2022), al comentar el libro de Robinson (2022), destacó la financiarización y digitalización cada vez más profundas y el peligro de la supervivencia. Consideró que el capital se encontraba en guerra contra la humanidad y el planeta. Reflexionaba que la salida sería un ecosocialismo; que la gran especulación financiera y la escalada de la deuda pública, corporativa y de consumo, aunque impulsaron el crecimiento en las dos primeras décadas del siglo XXI, fueron soluciones temporales, pero las veía insostenibles ante el estancamiento a largo plazo. Precisó que la acumulación de capital ficticio compensó temporalmente la crisis, pero que a largo plazo estaba exacerbando el problema. Alabó que Robinson señalara que el abismo entre el capital ficticio y la economía real fuera tan grande que la valoración financiera parecería independiente de la valoración real, lo cual era una ilusión, y que la inflación desbocada por niveles astronómicos de liquidez prolongaba el estancamiento. Concordaba con Robinson en que la ruptura de la organización política del capitalismo era la consecuencia de las contradicciones internas de un sistema de acumulación de capital integrado a nivel mundial. El escollo principal estaba en la crisis ecológica. Robinson llamó la atención al mencionar que si no imaginábamos que el fin del capitalismo era posible, deberíamos enfrentarnos al fin del mundo. Insistió en que había que luchar contra las multinacionales y sus agentes políticos, burocráticos y militares antes de que fuera demasiado tarde.
Roberts (2022) utilizó el concepto policrisis para referirse a la confluencia y el entrelazamiento de varias crisis: económicas (inflación y depresión); ambientales (clima y pandemia) y geopolíticas (guerra y divisiones internacionales). Esto repercutía en los altos niveles de angustia, que superaban los que se dieron en la Gran Depresión y ante la Primera y Segunda Guerra Mundiales. Planteaba que las principales economías del mundo habían ingresado en una larga depresión. Los ingresos reales se estancaban y caían; la pobreza y la desigualdad aumentaban.
A inicios de 2023, la pandemia por Covid-19, que había devastado a los más pobres, no había desaparecido, pero la gente había decidido salir, incluso si eso no les aseguraba el bienestar. Miles de millones de personas se enfrentaban a la mayor crisis de coste de vida en una generación y estaban lidiando con la inseguridad alimentaria mientras la crisis climática avanzaba y más de un millón de especies de plantas y animales se enfrentaban a la extinción. Los conflictos armados también crecían. La policrisis producía enfermedades traumatizantes. Crecían la incertidumbre, la inseguridad y la polarización política. Por la división de clases del capitalismo pocos podían elegir, pues estaban los que poseían y controlaban y los que debían de trabajar y obedecer. Había que salir del capitalismo (Roberts, 2023).
La quiebra de algunos bancos en marzo de 2023 sacudió al mundo financiero. En los días siguientes varios analistas advertieron que era pronto para saber hasta dónde llegaría esa crisis financiera que era multipolar, derivada del impulso al capital ficticio especulativo (Sotelo, 2023). También se ha destacado que esto implica agravamiento de la deuda. Hay quienes consideran que se ha repetido lo que sucedió en años previos a la de 2008, porque las autoridades impulsaron la liquidez del mercado extremando riesgos (Echeverry, 2023). Lo anterior tuvo repercusiones en varias empresas tecnológicas, y los Estados tuvieron que entrar al salvamento. Hay quienes señalan que se ha dado un fenómeno que crea inestabilidad global y que termina ahogando a los de abajo (Ferrari, 2023). Se trata de una expresión coyuntural de un dinamismo sistémico.
Otros autores, al examinar el capitalismo planetario, también se centraban en que existía un cambio en el predominio del capital financiero y en la existencia de un biocapitalismo. En la búsqueda capitalista de la acumulación, se ampliaba la mercantilización en muchos ámbitos de la naturaleza. El capitalismo sofocaba la vida y al mundo de la vida. Ese proceso se había llevado a tal extremo que la reproducción del capital solo podía darse en la medida en que destruyera igual a los seres humanos que a la naturaleza (Muñoz y Michelena, 2021).
Hay escritores que visualizan que las condiciones de degeneración del modo de producción capitalista se agudizan. Para ello, aducen como prueba el menguante desarrollo de las fuerzas productivas, la imparable expansión de un “valor negativo”: plagas, epidemias, deterioro de recursos, aumento de la inflación, pillaje, saqueo de las finanzas públicas, especulación financiera y una acumulación bélica de capital. Precisan que la acumulación militarizada buscaría paliar el estancamiento. Señalan que el llamado Gran Reinicio implicaría el tránsito a un capitalismo barbarizado, despótico, que proyecta pasar a un modo de producción automatizado (Piqueras, 2022).
Gilberto López y Rivas (2021), previamente, ya se había referido a la acumulación militarizada, y en una ponencia había citado a Robinson para hablar de la acumulación militarizada con la que se despojaba a los pueblos indígenas de sus tierras y recursos. La revista En el Volcán reconoció que Robinson había acuñado ese término para sintetizar las guerras e intervenciones que generan ciclos de destrucción y reconstrucción que producen beneficios para el complejo militar-carcelario-industrial-de-seguridad-financiero en continua expansión (Editorial 61…, 2020).
Raúl Zibechi (2023a) ha enfatizado que el crimen organizado, la delincuencia paraestatal o narcotráfico son las formas asumidas por parte de la acumulación por despojo/extractivismo en los territorios de los pueblos originarios, negros y campesinos de América Latina. Ha señalado que la violencia criminal, los estados-nación y el modelo económico capitalista forman un mismo entramado para el despojo de los pueblos, y ha recalcado que el capitalismo realmente existente es guerra de despojo o cuarta guerra mundial, como la nombran los zapatistas. El crimen y la violencia, para llegar a ser el principal modo de acumulación de capital, cuentan con el apoyo y complicidad de los Estados, que se van reconvirtiendo en Estados para el despojo (Zibechi, 2023a) 2.
En cuanto a la guerra mediática híbrida, hay quienes advierten que en ella se encuentran desplegadas todas las armas ideológicas, financieras y militares del capitalismo. Esa guerra impone lenguajes colonizantes infiltrando valores y cultura. Se trata de una guerra por todos los medios y con frentes también internos (Buen Abad Domínguez, 2022). Otros consideran que hay un nuevo capitalismo de plataformas y de vigilancia. Esto se venía impulsando, pero en la coyuntura de la pandemia de inicios de la tercera década del siglo XXI, se incrementó y se consolidó un modelo para moldear mentalidades, costumbres y valores de las sociedades, con lo que se impulsaban nuevos deseos, hábitos y valores, pero sobre todo, se imponía el modo de producción de la economía digital, de plataformas.
Las plataformas digitales son mayoritariamente propiedad de pocas empresas multinacionales. Utilizan nuevos dispositivos tecnológicos programados con inteligencia artificial y algoritmos que controlan y monitorizan todos los aspectos del proceso de trabajo y de la vida (Aharonian, 2022). Se advierte que las nuevas tecnologías van estableciendo un nuevo tipo de sociedad aprovechadas por un sistema-mundo marcado por el capitalismo. Las actuales tendencias de la impresionante nueva revolución tecnológica en marcha (la informática, la robótica, la inteligencia artificial adaptativa, el metaverso, el internet de las cosas con tecnología 5g, el internet descentralizado, las superapps, la realidad aumentada, las plataformas en la nube especializadas por sector, etcétera) están subordinadas a cómo las utiliza el capitalismo (Colussi, 2023).
Un aspecto más del capitalismo, enfatizado por Zibechi (2022), es su condición de mafioso, que provoca enormes daños ambientales y sociales, como contaminación y deforestación, homicidios y desapariciones, violaciones y feminicidios, perpetrados por las mafias. Una de sus consecuencias es la trata de personas con varias finalidades: explotación sexual y laboral, venta de niños y tráfico de órganos. En el capitalismo mafioso las personas son una mercancía más, que puede ser despedazada con total impunidad por la complicidad estatal.
Varios académicos llaman la atención acerca de que el capitalismo se ha blindado a tal punto que resulta difícil hacerlo caer. Recuerdan que, aunque el capitalismo quiere parecerlo, no es eterno; sin embargo, no muestra señales de agonía, porque ha aprendido a sobrevivir y se ha perfeccionado. El que está muy golpeado es el campo popular. La inteligencia del sistema está puesta totalmente en buscar los mecanismos de su sobrevivencia, amansando la protesta popular, por lo que urge buscar caminos efectivos para enfrentar al sistema (Colussi, 2022).
Hay que salir del capitalismo, pero abundan discusiones en cuanto a cuáles son los cambios que se necesitan para eso. El antropólogo Jason Hickel sostiene que el capitalismo se ha basado en la desposesión sistemática y la apropiación de los recursos y la mano de obra para el beneficio de la acumulación de las élites, que da lugar a la crisis ecológica y que, pese a su abusivo de recursos, no cubre las necesidades humanas (véase la entrevista realizada por Palomerque, 2023). Urge la salida de él. Señala que cuando la gente controla las decisiones sobre la producción y los recursos, prioriza el bienestar y la ecología sobre la acumulación de las élites. Advierte que el mundo no se está muriendo pasivamente, sino que lo están matando. Insiste en que se necesita una fuerte movilización para derrocar al capitalismo (Palomeque, 2023).
El investigador Alberto Toscano (2022) indagó lo que durante diez años había estado escribiendo Frédéric Lordon en ese sentido. Sintetizó lo que ese pensador planteaba diciendo que había que hacer una fuerte crítica tanto a lo que llamaba ultraizquierdismo, porque no ponderaba cuáles eran las condiciones de posibilidad para una real salida del capitalismo, como a lo que denominaba progresismo, porque imaginaba transiciones dentro de los confines capitalistas. Consideró que la perspectiva autonomista, insurreccional y destituyente de la primera posición no le parecía el camino. Apuntó que había trampas en el imaginario inconstitucional de la izquierda radical e insurreccional contemporánea, pues combinaba prácticas y eslóganes intransigentemente antisistémicos con un cierto minimalismo en cuanto a las perspectivas globales de emancipación. Planteó que esa tendencia veía en las instituciones una trampa para cualquier actividad emancipadora y que se quedaba en finalidades internas. Destacó la imposibilidad de prescindir del poder en los asuntos humanos, y apeló tanto a la lógica de los números y de la fuerza, como a tener en cuenta de las limitaciones materiales haciendo ver que ambos aspectos devenían en recursos indispensables para una política anticapitalista existosa.
Frédéric Lordon abogaba por una política anticapitalista que fuera intransigente en su oposición e intenciones estratégicas, pero que no se contara a sí misma historias sobre el material colectivo, psíquico y antropológico con el que trabajaba. Insistía en la necesidad de un realismo revolucionario que afrontara que la política es de los grandes números. Se oponía a las posiciones de Deleuze, Rancière, Badiou y Agamben, argumentando que todos ellos eludían la política realista de los números, del poder y de la fuerza. Lordon captaba importantes puntos ciegos y callejones sin salida entre esos pensadores. Precisaba que ese antirealismo político planteaba la destitución sin institución. Pensaba que lo colectivo era un poder común para activar acciones, y recordaba que destruir instituciones formales y visibles no podía escapar al hecho institucional en sí mismo (Toscano, 2022).
Lordon criticaba las visiones del Estado de la izquierda radical. Sostenía que no había salida de las instituciones ni escape de las normas y que ninguna forma de vida colectiva podría prescindir de ellas. Aconsejaba preguntarse por quién se era gobernado y cómo. Proponía detectar la inventiva institucional de los ensamblajes que surgían en las fugas respecto del Estado capitalista y en las luchas contra este. Exhortaba a afrontar las luchas macroscópicas, pues siendo el capital un titán, para derribarlo, se necesitaba una fuerza similar. Le parecía un engaño la posición de que desertar del Estado equivalía a lanzar un reto a la dominación del capital. Reconocía que el Estado no era neutral, sino en gran parte (pero no total u ontológicamente), el Estado del capital.
Había que enfrentarse a la violencia que cualquier secesión del Estado exigía. Enfatizaba que el capital emprendería la guerra contra cualquier alternativa sustancial a su orden. Recomendaba reimaginar y practicar de nuevo el horizonte de la expropiación (no solo del capital sino de su andamiaje superestructural, sobre todo de los medios de comunicación). Recalcaba la necesidad de prepararse con el pulso firme y los ojos bien abiertos para la gravedad de la confrontación que seguiría a cualquier desafío real al statu quo capitalista. Enfatizaba que una política de números se presentaba ante cualquier alternativa sustantiva. También llamaba la atención de que el Estado se revelaba como una precaria pero necesaria concentración potencial de la energía de la multitud. Proponía subrayar la necesidad de pensar la institucionalización de la desestabilización en las instituciones de la estabilidad (Toscano, 2022).
Lordon decía que había que ir más allá de un anticapitalismo genérico para adoptar una visión sistemática y aplicable de la supresión de la ganancia, el salario y las finanzas como principios estructuradores de nuestra vida cotidiana, con el objetivo último de transitar hacia una forma por entero diferente de organización de la vida colectiva. Se opuso a las concepciones de reformar el capitalismo. Destacaba que ni la salud ni el metabolismo virtuoso con la naturaleza serían posibles si no se afrontaba la cuestión económica, la cuestión del sustento y la reproducción social. Competía a la sociedad en su conjunto garantizar a todos el acceso a los medios socialmente determinados de tranquilidad material. El fin de la inseguridad capitalista y de la reorganización de las prioridades de la salud, la vida y la naturaleza debía ir acompañado no solo de la necesidad de reinventar la división del trabajo sino del reconocimiento de que esas cuestiones de reproducción social eran las premisas para el desarrollo de los poderes creativos de todos. Estaba convencido de que solo un despliegue fenomenal de energía política podía impedir que el capitalismo llevara a la humanidad a su desaparición. Consideró inútil tratar de escapar a la economía en aras de la horizontalidad, los enclaves o el poder destituyente de los que simplemente no se disponían en las actuales condiciones de urgencia. Enfatizó que se requería una acción política masiva, rupturista y mediada por el Estado (Toscano, 2022.
Para Lordon, el replanteamiento de la división del trabajo a nivel macrosocial constituía la clave de cualquier desafío consecuente al capital. Decía que sin esto todo anticapitalismo estaría condenado a la marginalidad, la derrota o la absorción. Insistió en que lo macrosocial no era solo la suma o federación de realidades comunales autónomas. Las autonomías, que eran en sí mismas experiencias importantes y escuelas prácticas en que forjar nuevos hábitos sociales y económicos, tendrían que reinscribirse en una división del trabajo que abarcara todo el sistema. Esto implicaría repensar políticamente la división del trabajo en términos de sus fines (¿para qué?) y de sus medios (¿con quién y con qué?, ¿mediante qué acuerdos?, ¿con qué formas de poder?). (Toscano, 2022).
Además, dicho autor consideró que la forma-comuna no era el único prisma a través del cual había que abordar el asunto. La abolición de las relaciones sociales capitalistas significaría la transformación sustancial de los estilos de vida y los hábitos materiales capitalistas. La apuesta debería hacer no solo lo políticamente viable sino lo políticamente deseable: el paso de la cantidad a la calidad, de la adquisición material a la tranquilidad material para todos. Advirtió que toda transición que no lograra atender a necesidades y deseos básicos sería inmediatamente devastada por el enemigo mortal de las transiciones revolucionarias: el mercado negro inflacionario. Planteó que una organización social verdaderamente alternativa al capitalismo y a sus efectos destructivos tenía que aferrarse a tres imperativos: 1) los individuos participan como iguales, sin que exista ninguna subordinación jerárquica; 2) el objetivo de la organización social es garantizar la tranquilidad material al nivel más alto posible; 3) debido a los daños que engendra, la producción global es a prior enemiga de la naturaleza y su alcance e intensidad deberán minimizarse a toda costa. El anticapitalismo debía responder al modo de producción, pues si no lo hacía estaba condenado a seguir siendo intersticial (Toscano, 2022).
Planteaba Lordon que los patrones de consumo debían regirse por la deliberación común. Una división macrosocial del trabajo supondría formas de mediación que implicaban reimaginar en un sentido poscapitalista el funcionamiento del dinero y de los mercados. Se debía acabar con la deuda, y las finanzas tendrían que ser reemplazadas por subvenciones. Había que terminar con la publicidad. Lordon dijo que si se quería desafiar al capitalismo, no había nada que esperar de los procedimientos electorales del capitalismo. Apuntó que el fascismo no era lo contrario a la democracia sino su evolución en época de crisis. Llamó la atención de que el capitalismo, al estar en la cúspide de las dominaciones, las utilizaba en su beneficio propiciando su convergencia (Toscano, 2022).
Trainer también escribió un libro en el que explica por qué deberíamos deshacernos del capitalismo3. Ese texto señala que se trata de un sistema dirigido al crecimiento y que permite que las fuerzas del mercado determinen todo lo que sucede, lo cual produce una enorme desigualdad. También recuerda que la prioridad número uno de los gobiernos es hacer que la economía capitalista no tenga obstáculos (Trainer, 2022). El llamado desarrollo capitalista consiste en un proceso de pillaje legalizado que está llevando hacia el colapso catastrófico de la economía mundial, de los sistemas biofísicos y de los sociales. Por ejemplo, la inmensa deuda impulsada por la financiarización, apunta a que ese será el resultado. También está el enorme daño ecológico. Los efectos del capitalismo están incubando una creciente rabia y confusión de las masas desposeídas que alimentan una disidencia que deviene en apoyo a gobiernos autoritarios y al fascismo. En dicho libro, se hace la advertencia de que la ideología capitalista es tan poderosa que dificulta tomar conciencia crítica de la situación (Trainer, 2022).
Se hace ver que una alternativa sería la Vía de la Simplicidad. Se necesitan pequeñas comunidades cooperativas autogobernadas y autosuficientes y estilos de vida mucho más simples (Trainer, 2022). Los pueblos y suburbios enfocarían su producción local y los sistemas de mantenimiento por medio de comités, asambleas municipales en economías bajo su control, sin crecimiento y dirigidas por las necesidades, no por las fuerzas del mercado ni el beneficio. Habría que cuidar las universidades, la medicina de alta tecnología. Se trataría de comunidades que tengan el control de sus asuntos locales por medio de un autogobierno centrado en la cooperación, la participación, la inclusividad, la eliminación de la dominación y la priorización del bienestar común. Se reflexiona que las reformas como las propuestas del Nuevo Trato Verde (Green New Deal) no pueden resolver los problemas, pues los cambios tienen que ir más allá de la mera sustitución de la economía capitalista y se tendrían que incluir cambios enormes en la ordenación del territorio, el urbanismo, los sistemas políticos y, sobre todo, en lo cultural, pues un elemento imprescindible tendría que ser la aceptación voluntaria de estilos de vida y sistemas más simples desde el punto de vista material (Trainer, 2022).
Esos cambios no podrían esperar a tiempos futuros, sino que se tendrían desde ya ir prefigurando nuevas formas para ir sustituyendo al capitalismo. Esto implica crear procesos alternativos. Se advierte que la vía de tomar el Estado no es la adecuada debido a que el Estado no puede poner en práctica la Vía de la Simplicidad. Nos debemos deshacernos del capitalismo teniendo en cuenta la constitución de comunidades locales, autosuficientes, autogobernadas, cooperativas y frugales. Sin embargo, se llama la atención de que el mero hecho de poner en marcha más huertas, cooperativas o incluso comunidades enteras no serviría de mucho si no existe previamente el cambio cultural. Si esto se consigue, se pueden emprender los cambios estructurales que requiere una sociedad poscapitalista sostenible y justa (Trainer, 2022).
La manera de organizarse propuesta por este autor implica que se quiera implementar y construir comunidades basadas en el apoyo mutuo, la cooperación y los cuidados muy consciente de que el bienestar de cada persona depende de lo bien que cuide el pueblo de sus ciudadanos y de sus sistemas. Hay constancias de que hay gente que vive de este modo. Ha ido creciendo la conciencia social de que ese camino lo debería seguir la humanidad. Se hace ver que en muchos puntos del mundo se ha ido construyendo sistemas de este tipo. Se hacen referencias a los kurdos de Rojava, a la Cooperativa Integral Catalana, a los zapatistas a los movimientos Ubuntu4, Satyagraha5 y a la Vía Campesina6 (Trainer, 2022).
El famoso investigador Saito (2022), examinando los textos de Marx, hizo ver que en realidad fue más allá del ecosocialismo y que su visión puediera definirse más adecuadamente como comunismo decreciente. Insistió Saito que debía establecerse una producción cooperativa en la que los recursos naturales fueran controlados en común de acuerdo con los intereses no solo de la sociedad actual sino de las generaciones futuras (Saito, 2022).
Aunque predominan discusiones centradas en disquicisiones y experiencias eurocéntricas, en lo que parece haber un acuerdo mayor es en que el capitalismo atenta contra la humanidad y el planeta. Marcelo Sandoval me mandó un correo personal para expresar sus reflexiones en torno al escrito de Toscano en torno de Lordon. El primer acotamiento es que la crítica de este autor, a lo que llama “la deriva anticapitalista de un campo insurreccional y destituyente”, no existe como deriva ni es algo homogéneo. Acepta que tiene señalamientos atinados en cuanto a las limitadas posibilidades de acción de comunidades en lucha para enfrentar al capital en la actualidad. Está de acuerdo en que son pocos los movimientos que en el presente han logrado crear estrategias exitosas para resistir en sus territorios la ofensiva capitalista. Precisa que muchas de estas luchas son conscientes de sus limitaciones y el contexto de debilidad y confusión que marca el resto de las tentativas de resistencia. Sin embargo, la crítica que hace Lordon adolece por el reduccionismo y las generalizaciones de que la izquierda radical apuesta por el vacío, cuando muchas expresiones radicales no solo han planteado la necesidad de crear nuevas instituciones bajo otros parámetros, sino que las han construido en la práctica, pese a sus contradicciones.
Sandoval señala que hay una diversidad inmensa en las comunidades en lucha que Lordon desconoce, por lo que desdibuja el universo anticapitalista. La ruptura-superación del capitalismo requiere detener la catástrofe capitalista que amenaza la existencia de la humanidad en el planeta con estrategias, construcción de proyectos de largo plazo, prácticas que permitan impedir la reproducción social del capital, además del convencimiento y participación de una proporción importante de los habitantes del mundo (Comunicación personal con Marcelo Sandoval sobre el artículo de Alberto Toscano titulado “Salir del capitalismo, pero ¿hacia dónde?”, 2023).
El capitalismo está minado por sus propias crisis; no obstante, se defiende con suma violencia y no caerá sin una lucha amplia, congruente y poderosa de los de abajo. Hay una guerra despiadada del capital contra los pueblos, pero esa guerra la hace mucho más violenta contra quienes proponen alternativas viables al sistema imperante. Otro acuerdo tiene que ver con que se necesita un profundo cambio cultural para derrotar al capitalismo. Las autonomías locales son relevantes, pero no bastan, sino que se requiere un amplio engarzamiento de las mismas. Algunos propugnan la necesidad de que haya un Estado congruente con lo nuevo para poder superar el capitalismo. Otros consideran que el Estado es estructuralmente dominante y afín al capitalismo. En el fondo está la confusión de que no puede haber gobierno sin Estado. Sin embargo, hay experiencias como las de los kurdos que muestran que puede haber gobierno en diversos niveles sin caer en el estatismo. Las críticas al minimalismo de ciertos planteamientos emancipadores tocan puntos atendibles y se aducen experiencias que tampoco pueden reducirse a “contarse historias”, sino que abren perspectivas de cambios viables y realizables desde ya.
El Confederalismo Democrático es una realidad existente ya en regiones kurdas, y tiene alcances nacionales y hasta planetarios. Tiene momentos efervescentes y otros que son pantanosos. Parecería que, actualmente, los tiempos son lentos, pero hay indicios que muestran que hay posibilidades de darles prisa (Testas, 2023). Hay anticapitalismos muy realistas y también instituciones novedosas diferentes a las del sistema dominante. Por supuesto que las alternativas van deambulando en la constitución de un nuevo modo de producción.
La experiencia autonomista de un sector kurdo da pistas de cómo, aun con contradicciones y problemas, se pueden realizar cambios anticapitalistas, antipatriarcales y proecologistas (Aslan, 2021). La lucha del pueblo mapuche tiene que ver con la defensa antisistémica de su autonomía (Zibechi y Martínez, 2020). La experiencia zapatista también ha sido una fuerte inspiración mundial en la construcción de experiencias autónomas, no capitalistas, defensoras del relevante papel de las mujeres y de defensa de la naturaleza. Se puede revisar la colección denominada Al Faro Zapatista, que incluye 30 libros que muestran diversos aspectos de los aportes del movimiento zapatista. 7
También, estas experiencias antisistémicas están siendo ferozmente combatidas por las fuerzas capitalistas y por los Estados. Turquía ha estado bombardeando ciudades kurdas autónomas en la región siria. El espacio aéreo de Rojava está controlado por Rusia y Estados Unidos, por lo que los ataques aéreos permanentes de Turquía tienen el visto bueno de ambas potencias. La política del odio es una característica principal del gobierno turco. En Kurdistán y en las principales ciudades de Europa se han dado movilizaciones y protestas para denunciar las agresiones del Estado turco. Los kurdos, junto a los otros pueblos que habitan la zona, han dicho que mantendrán su resistencia (Albani, 2022).
A finales de 2022 hubo un cruento atentado contra un centro cultural kurdo en París. La representación en América Latina del Movimiento de Mujeres de Kurdistán repudió ese ataque en el que mataron a una de las pioneras del movimiento de mujeres de Kurdistán y a un varón kurdo. El comunicado destacó que el Estado francés, que no había llevado a juicio a los verdaderos culpables de la Masacre del 9 de enero de 2013, suprimiendo todas las pruebas, había permitido que se repitiera el acto criminal. Se apuntó que la elección de las potencias internacionales de permanecer en silencio frente a esas masacres era una indicación de su asociación con ellas. Se enfatizó en que, para el pueblo kurdo, los asesinos estaban identificados y que el ataque había sido llevado a cabo por la mano del estado turco. Se criticó al Estado francés por encubrir el crimen y presentar el incidente como un simple asesinato. Se precisó que los Estados capitalistas estaban creando una gran manipulación al definir como terroristas a las personas que luchaban por la libertad y resistían protegiendo sus derechos culturales, idiomas e identidades.
Los mismos Estados capitalistas estaban revelando su hipocresía al ignorar a los responsables de un verdadero ataque terrorista que tuvo lugar en París contra el pueblo kurdo. El ataque había sido planeado y dirigido. Una vez más, las mismas autoridades francesas no habían explicado el hecho de que el atacante prosiguiera durante varios minutos a pesar de que muchos policías de civil estaban de servicio en el lugar donde se produjo el ataque y que no intervinieran durante ese tiempo. El atacante fue capturado por patriotas kurdos en el lugar y entregado a la policía. Las autoridades francesas, por su parte, declararon que fue neutralizado por la policía, lo cual era falso. El movimiento de mujeres de Kurdistán, creía que todos los pueblos y mujeres del mundo que no habían escatimado su solidaridad con el pueblo kurdo apoyarían la búsqueda de justicia en ese caso. Hicieron un llamamiento para que todas las mujeres del mundo pidieran cuentas al dictador fascista Erdogan y obligaran a los responsables a llevar a los verdaderos asesinos ante la justicia para romper el silencio de los Estados francés y europeos (Desde América Latina repudian ataque contra centro kurdo de París, 2022).
Un analista destacó que la mayor amenaza para el proyecto kurdo de Rojava8 sería su aislamiento y desgaste, por lo que los kurdos estaban haciendo todo lo posible para extender su experiencia revolucionaria internacionalmente (Hond, 2023). Con los temblores de febrero de 2023, las condiciones de los kurdos en los sitios más damnificados de Turquía y de Siria se hicieron más complicadas. La Unión de Comunidades de Kurdistán dio a conocer que las organizaciones insurgentes kurdas habían decidido un alto al fuego unilateral, a no ser que el Estado turco las atacara, esto para que el pueblo kurdo, el pueblo árabe y otros pueblos de la zona de los terremotos aliviaran su dolor y curaran sus heridas. Hizo saber que en el sudeste turco y el norte sirio esos pueblos estaban sufriendo mucho. Precisó que semanas después de los movimientos telúricos miles de los suyos seguían bajo los escombros. Al estar en invierno, nevaba, llovía y hacía mucho frío. Si no eran rescatados de los escombros lo antes posible, podían morir de frío. Hizo un llamado a las instituciones democráticas a prestar auxilio. El gobierno turco no había tomado las precauciones debidas para evitar que miles de personas perdieran la vida; no solo no había empleado dinero para prevenir los terremotos, sino que lo estaba usando para hacer la guerra (anf, 2023). Contra los kurdos, el gobierno turco cometía crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y ante esto había un silencio cómplice europeo pese a las contundentes evidencias presentadas del genocidio contra el pueblo kurdo (Casagrande, 2023). Se hicieron llamados a la solidaridad internacional para atender a los damnificados. Los gobiernos hacían poco por ellos e impedían que hubiera ayuda hacia los kurdos. Desde abajo había que remediar eso. 9
En cuanto al movimiento mapuche, a finales de 2022 presos políticos mapuche emitieron un comunicado en el que expresaron que veían con indignación cómo un gobierno que se jactaba de ser distinto y progresista profundizaba la política represiva hacia su pueblo. Los compromisos de cambio se habían quedado enredadas en una madeja que por medio de promesas verdes y progresistas había convencido a muchas personas. Sin embargo, la política real no era tan solo discursos ni palabras bonitas. El presidente Boric estaba asegurando su gobernabilidad a costa de intensificar el extractivismo y la contrainsurgencia en el Wallmapu. Así, daba tranquilidad a la clase política y económica que verdaderamente gobernaba Chile. Lamentaban que numerosos sectores chilenos y hasta mapuches estuvieran siendo cómplices de estos engaños y guardaran silencio ante la represión y el extractivismo. Los mapuches se preguntaban cómo cambiar las formas ante la perpetuación del estado de excepción en territorio Mapuche; cómo hacerlo ante el aumento de las exportaciones forestales y ante el encarcelamiento de mapuches defensores de su territorio. Se recalcaba que sus tradiciones de lucha seguirían siendo las mismas si las condiciones económicas, políticas e históricas no cambiaban.
La resistencia mapuche había sido capaz de poner un límite al despojo, y esa era su única confianza (Aukin, 2022). También se difundió un manifiesto en el que apuntaban que el derecho internacional vigente en Chile y el consenso de las naciones reconocía a los pueblos originarios el derecho a sus territorios y, por tanto, a administrar los recursos de estos. Al desconocer este derecho, el poder chileno atentaba contra la existencia de la cultura y la existencia del pueblo mapuche, con lo que, a su vez, mantenía la criminalización de quienes decidían ejercerlo; en cambio apoyaba con dinero, investigaciones técnicas, leyes especiales y seguridad armada a las empresas que ocupaban estos territorios.
Los mapuche luchaban por la recuperación de tierras y por el uso de los recursos de estas con el objeto de atender los ecosistemas dañados por el monocultivo. Se denunció que el 21 de diciembre de 2022 la policía chilena había secuestrado a un mapuche como parte de una planificación de gobierno, clase política y empresarios para anular toda movilización. Se refirieron a las múltiples formas de tortura que aplicaban las policías del llamado gobierno democrático. Señalaron que el presidente Boric, los partidos chilenos Frente Amplio, la exConcertación y el Partido Comunista de Chile eran responsables de este pacto con el empresariado y del mantenimiento del apoyo del Estado a las empresas expertas en destruir toda vida. Denunciaron los intentos de controlar todo en el sentido capitalista. Exigieron la libertad de todos los presos políticos mapuche y de los que habían participado en el estallido social de 2019 (Gabriel Boric y Carolina Tohá en la senda de Dina Boluarte, 2022).
En enero de 2023 la comunidad autónoma mapuche Temucuicui lanzó un comunicado (Aukin, 2023). Señalaba que, ante las amenazas de ingresos a la comunidad por parte de carabineros, el movimiento mapuche había declarado máxima alerta frente a las presiones de los empresarios forestales, los parlamentarios de la derecha y los usurpadores a los que el gobierno estaba sirviendo. Responsabilizaba directamente al presidente Boric del atentado que sufriera su territorio por parte de agentes del Estado terrorista chileno, que mantenía las condiciones de saqueo, usurpación y ecocidio. Hacían saber que los mapuche luchaban por prolongar la vida y la dignidad y que su objetivo era lograr la liberación y recuperación de la soberanía Mapuche (Aukin, 2023).
En la parte argentina, la comunidad mapuche de Bariloche recordó que en enero de 2023 se cumplían tres meses desde que las fuerzas federales se habían llevado detenidas a mujeres y niños mapuche (Luque, 2023). Cuatro de esas mujeres permanecían con prisión domiciliaria por defender su territorio. Denunció que la persecución, hostigamiento y criminalización se daban porque ellas eran mapuche y que el poder quería disciplinar a su pueblo. Enfatizó que este tenía una existencia anterior al Estado. El Estado argentino pretendía que los mapuche no vivieran en su territorio sino en la ciudad, empobrecidos con mano de obra barata. Llamó la atención de que dicho Estado no entendía que los mapuche tenían un camino autónomo y buscaban la dignidad de su territorio; habían decidido no vivir de rodillas sino levantarse y defender su espiritualidad y su cosmovisión (Luque, 2023).
En el caso de las comunidades zapatistas, el capitalismo militarizado ha emprendido desde hace tres décadas una agresión contrainsurgente que ha ido recrudeciendo para atacar la autonomía de las comunidades y que no puedan sostenerse. Hay muchos informes del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas donde se pormenorizan los constantes ataques que han provocado una violencia desbordada por medio de grupos paramilitares y, recientemente, por el crimen organizado. Se ha apuntado que hay regiones donde la presencia de grupos criminales impunemente busca el control del territorio y agreden a las comunidades por medio de despojos, muertes, heridos y desplazamientos de pobladores. Las redes de apoyo comunitaria y organizacional han sido importantes para que las comunidades superen el clima de terror y de miedo. Los diversos poderes estaban buscando generar el terror para controlar a las comunidades. La aparente ausencia del Estado y su falta de atención ante el aumento de la violencia era un estímulo para que prosiguieran los ataques, persecuciones y hostigamientos. La impunidad de las agresiones alentaba la violencia depredadora (Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, 2022).
Ante el incremento de la violencia, Zibechi (2023b) escribió que los pueblos habían ido encontrando alternativas reales como las guardias indígenas, cimarronas y campesinas del cauca colombiano, las guardias comunitarias y las múltiples formas de autodefensa, los gobiernos autónomos, las recuperaciones de tierras de los mapuche, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el Congreso Nacional Indígena, las fogatas de Cherán, etcétera. Apuntó que no existían atajos, pero que las resistencias estaban abriendo nuevos caminos (Zibechi, 2023b). Esta autor ha publicado investigaciones en las que se muestra que el capitalismo y los Estados quieren acabar con cualquier ejemplo de que es posible otra vida sin la explotación y despojo actual, pero que hay evidencias de que los gérmenes anticapitalistas, anticolonialistas y antipatriarcales resisten todos los embates y no se dan por vencidos. La situación es sumamente difícil, pero el anticapitalismo ha sobrevivido y prosigue defendiendo la vida.
En el contexto del incremento de la acumulación por despojo-extractivismo que produce sus propias formas políticas e instituciones, la militarización se refuerza en un proceso provocado desde arriba que se va reproduciendo abajo. Está siendo una de las formas que se va dando el capitalismo en este periodo de despojos. Se protege el modo de acumulación extractivista –la minería a cielo abierto, los monocultivos, las grandes obras de infraestructura– para facilitar la apropiación de los bienes comunes. Las clases dominantes reconfiguran manu militari el capitalismo que se apuntala con el colonialismo y el patriarcado. Los aparatos armados del Estado, desde una dinámica colonial-patriarcal, oprimen a los pueblos. De varias maneras promueven a los grupos paramilitares y narcotraficantes. A los pueblos les resulta muy difícil defenderse de las manadas armadas, legales o ilegales. Zibechi (2023b) considera que es urgente que desde abajo se genere una nueva política con capacidad de afrontar el estado de excepción permanente.
Ha sido un importante avance que una gran diversidad de comunidades estén organizándose para discernir, debatir, explorar y, finalmente, decidir desde abajo y con una gran participación de las mujeres cómo convivir produciendo una economía no capitalista y un cuidado esmerado de la naturaleza. Atienden autónomamente las cuestiones de salud, educación, cultura y esparcimiento festivo. Tienen sus formas de resolver conflictos internos, y de organizar su defensa. Se enfrentan a limitaciones y contradicciones que las examinan. Van corrigiendo errores colectivamente, en forma horizontal. Nadie las manda, sino que se gobiernan por sí mismas con sus propias y novedosas instituciones. Tampoco se quedan aisladas, sino que se interconectan y van encontrando modalidades de articulación zonal y regional en diversos niveles. También buscan entrelazamientos más allá de todas las fronteras, pues ensayan alternativas planetarias. Saben que su dinamismo no proviene de algo reciente, sino que tiene largas raíces.
Antiguas aparentes derrotas son rescoldos que avivan fuegos nuevos. Las y los delegados zapatistas que junto con delegaciones del Congreso Nacional Indígena hicieron una travesía hacia y por la Europa Insumisa en 2021 les precisaron a los invasores que no los habían conquistado y que después de más de medio milenio proseguían en lucha. A los colectivos de aquellas tierras les agradecían que los hubieran recibido: compartieron con ellos sus experiencias y aprendieron conjuntamente de las diversas luchas de los de abajo. Se entrelazaron y fueron formando un tejido internacional para enfrentar los males del capitalismo, del patriarcado, del colonialismo y para propagar un impulso planetario en defensa de la vida. Es muy relevante que en cada región las comunidades autónomas han ido estableciendo la rebeldía, la resistencia, la defensa de sus logros y, finalmente, del cuidado de la naturaleza. No se han enclaustrado, sino que han estado buscando conjuntar luchas de abajo a niveles regionales y mundiales.
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