Viviendo las identidades en la frontera de México y Belice

La reivindicación de lo maya

 

Living identities on the border of Mexico and Belize

The claim of the Mayan

Ever M. Canul Góngora *

Christy Corine Valdez **

RESUMEN

El artículo da cuenta del proceso identitario que se ha ido construyendo y reelaborando en los habitantes de la frontera de Belice y México. Se describen, desde el punto histórico, los encuentros de interés que estos dos países han tejido a través de sus actores. Se analiza, desde la memorabilidad de los antiguos mayas yucatecos que viven en las comunidades fronterizas de Belice, cómo reelaboran y construyen su historia e identidad maya en pleno siglo XXI.

Palabras clave: frontera, identidad, memorabilidad.

ABSTRACT

This article presents the identity process that has been built and reworked in the inhabitants of the border of Belize and Mexico. Since a historical point, it is described the meetings of interest that have woven and continue weaving through their actors in these two countries. In a second moment it is analyzed since the memorability of the elder Yucatecan Mayans who live in the communities of Belize and are located on the border of Mexico, how they rework and build their history and Mayan identity in the middle of the twenty-first century.

Keywords: border, identity, memorability.

Aprecio esa amistad, pues él es uno de los líderes políticos más interesantes del mundo actual: gobierna una parroquia de unos 140 mil habitantes, formada por criollos, alemanes, indios mayas, negros caribeños, árabes, chinos y refugiados hispanohablantes de Guatemala. Escribo ‘parroquia’ porque así es como creo que George Price piensa en Belice.

G. Greene

INTRODUCCIÓN

El país de Belice es un país rico culturalmente y un espacio donde la heterogeneidad cultural recorre su geografía (Rivero, 2018, p. 35). Sin embargo, la vitalidad multicultural y su riqueza histórica escasamente ha sido estudiada (Hoffman, 2014). Este país también se piensa en su condición de formar parte del Caribe (Cámara, Canul & Corine, 2019, p. 116); además de la música y el cultivo de caña.

Su población pluricultural alcanza los 380 000 habitantes, compuesta por mestizos descendientes de españoles y amerindios, criollos, descendientes de británicos y africanos, población maya de origen yucateco, garífunas descendientes de caribeños y africanos, menonitas y asiáticos, principalmente (Zúñiga, 2018, p. 148). El país está dividido en seis distritos: Belice, Cayo, Corozal, Orange Walk, Stann Creek y Toledo. Belice pertenece a la Commonwealth; tiene una monarquía constitucional, además de un sistema parlamentario de Gobierno, y la jefatura de Estado corresponde a la reina Isabel II.

Los vínculos entre México y Belice siguen siendo de gran vitalidad; es común que los beliceños ingresen a la ciudad fronteriza mexicana de Chetumal, Quintana Roo, los fines de semana para comprar, pero también para visitar los cines y disfrutar de los balnearios y los restaurantes. Güemes y Ramírez (2012) señalan esta relación que se teje en el contexto fronterizo:

Ahora bien, la relación entre la frontera México-Belice no ha sido sólo territorial, sino también cultural, lo que ha ocasionado el surgimiento de una importante actividad económica y turística, sobre todo por parte de Belice, que en el punto fronterizo con la comunidad de Subteniente López ha establecido una zona de comercio y de casinos, los cuales constituyen un gran atractivo turístico para este país debido a que están prohibidos en México (p. 107).

Para comprender el proceso de construcción de las identidades y de la noción de frontera, es importante situar que nos referimos a la frontera intercultural; a ese espacio que se ha tejido a través de las relaciones cotidianas e históricas. En este escenario se fortalecen y se enriquecen mutuamente los saberes. Aquí se observa a la frontera como espacio relacional entre individuos, que cotidianamente comparten memorabilidad, identidad y sueños (Kauffer, 2013).

Para tener mayores elementos que permitan analizar y comprender estas relaciones que se han fortalecido a través de los años, es importante considerar los procesos históricos, pues dan cuenta de las dinámicas que configuran las identidades.

La guerra de Castas

En la historiografía mexicana situada en el contexto de la península yucateca, la instauración de la Honduras británica (actualmente el país de Belice) marca a toda la región. Esta fue creada formalmente el 12 de mayo de 1862 (Toussaint, 2009, p. 109). Sin embargo, antes de esto los piratas ingleses mantenían vínculos comerciales con los mayas denominados cruzoob, llamados así por su devoción a la cruz, quienes se habían asentado en lo que en la actualidad corresponde a la zona centro de Quintana Roo. Los piratas les compraban carne de cerdo y los mayas les permitían penetrar la selva para explotar el palo de tinte, la caoba y el cedro; a cambio, los mayas recibían armas, municiones y aguardiente.

La guerra de Castas tuvo su origen en la marginación y explotación de la población indígena maya de la península yucateca, en el periodo colonial, por el Gobierno, la Iglesia y los hacendados. El punto más alto de tensión estuvo en el cambio de uso de suelo de tierras mayas para extender las plantaciones azucareras: ello disminuyó el acceso al agua y a sus territorios. Finalmente, el 30 de julio de 1847, el líder maya Cecilio Chí, oriundo de Tepich, arremete contra la población yucateca del lugar y, con Jacinto Pat, líder de Tihosuco, inicia la guerra.

Una oleada de mexicanos empezó a cruzar el río Hondo, algunos de ellos para preparar una contraofensiva desde Belice y otros para establecerse de manera permanente en el asentamiento. A fines de 1850 la población de la parte norte del territorio beliceño ascendía a 5,000 habitantes, de los cuales 4,000 eran inmigrantes (Toussaint, 2004, p. 104).

Este periodo histórico condujo a movilizar y reconfigurar los vínculos y las relaciones entre los habitantes de la Honduras británica y los mayas cruzoob que combatían en la guerra. Estas relaciones fueron mediadas por intereses comerciales entre ambos grupos: por un lado, los ingleses explotaban caoba, cedro y palo de tinte, y requerían de la aprobación de los mayas para incursionar en su territorio; por otro lado, los mayas necesitaban de armamento y pólvora. Estos encuentros interculturales también sitúan la confrontación con la otredad:

Son hombres barbados, de ojo claros como el mar: los gobierna una reina a la que llaman Victoria y son descendientes de piratas. Uno de ellos, llamado Peter Wallace, decidió dejar la vida aventurera y asentarse en estas tierras, con objeto de extraer el tinto oscuro y morado del palo de Campeche, y a él se debe el nombre de Belice. Pero en la colonia no solo viven los ingleses, sino también hombres altos y fuertes de color negro, traídos como esclavos, aunque ahora son libres, y otros hombres amarillos, de ojos rasgados, que vinieron de lejanos países (Careaga, 1992, p. 12).

Aunque oficialmente no se habían establecido los límites entre México y la Honduras británica, la guerra de Castas llevó a la firma del tratado de límites entre estos dos países en 1893 (Kauffer, 2010, p. 32). El tratado buscó establecer las condiciones para la definición geopolítica y frenar la provisión de armamento a los mayas cruzoob. En 1901 culmina la guerra dejando divididos a los mayas; sin embargo, su memorabilidad e identidad se mantienen a través de esta frontera porosa.

La población, sobre todo, se afinca en el distrito de Corozal, al norte de Belice; además, se fundaron nuevas comunidades como Pachacan, Sarteneja, Xaibe, Progreso y Caledonia. Este proceso de inmigración reconfigura las formas de reproducción social, pues esta diáspora recrea su cotidianidad en el contexto del territorio beliceño, introduciendo, por ejemplo, nuevas técnicas agrícolas y promoviendo cultivos del maíz y la caña de azúcar.

El distrito de Corozal

Los acontecimientos históricos de Belice definieron la cultura y la identidad de este país. Las raíces caribeñas en la geografía centroamericana lo diferencian de sus vecinos de México y Guatemala.

Corozal es uno de los seis distritos del país, localizado en la frontera con México. Esta es marcada por el río Hondo, que se extiende 150 km en los dos distritos del norte. El clima es caluroso; la escasa lluvia cae de junio a noviembre. Se fundó en 1848 y fue nombrado así por los refugiados de la guerra de Castas por la abundancia de árboles de corozo. Colinda con la ciudad mexicana de Chetumal; usualmente, toma media hora llegar en transporte particular, pero en transporte público toma más o menos una hora. En la otra cara se encuentra el mar Caribe.

Hay muy pocas referencias históricas de Corozal (Cross, 1974). Estas postales hablan de la escasez de las descripciones, pero también del imaginario que se ha construido por los viajeros que han plasmado en sus textos lo que ha captado su mirada desde la inmediatez. En este sentido, este distrito ha resultado, en su porosidad cotidiana e histórica, fuente de cercanía.

¿Quiénes habitan en el distrito Corozal? Durán (2011) señala la nomenclatura mestizo en relación con la mezcla racial entre españoles y mayas que poblaron este lugar desde su fundación. Es importante señalar esta distinción en virtud de que el uso de la categoría mestizo va teniendo diferentes matices. Después de documentarlo en el año 2019 a través de entrevistas en campo, mestizo se considera como lo no maya; sin embargo, en la práctica cotidiana se observa que en ese sector de la población muchas de las prácticas son fundamentalmente de origen indígena.

Corozal es punto de reunión para las aldeas cercanas. Hay estudiantes que asisten a clases en la municipalidad, principalmente la escuela secundaria, personas que viene a trabajar desde su aldea, otros viajan para hacer sus compras o simplemente para ir al banco o hacer la despensa en las tiendas.

Las voces de To’one Masehualoon: reivindicando la identidad maya

Han surgido algunas acciones promovidas por la sociedad civil que buscan fortalecer la educación y la lengua maya; por ejemplo, la iniciativa educativa tumul k’in, que ofrece educación secundaria intercultural promoviendo valores mayas en la aldea de Blue Creek, Toledo (Requena, 2007).

Las alianzas entre las organizaciones civiles centroamericanas han buscado desarrollar estrategias internacionales que posicionen las demandas de los pueblos mayas. Esta lucha —como ellos la nombran— tiene sentido en la medida en que las agendas de los gobiernos de la región las han minorizado, excluido y marginado. De ahí que surjan respuestas a partir de las organizaciones civiles tales como el Instituto Maya de Belice U Kuxtal Masewal, la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala y el Consejo Maya Peninsular de México.

Este movimiento tiene sus propios retos. La búsqueda de la construcción y desarrollo de un panmayismo sigue vigente a través de foros y encuentros entre las organizaciones y su interlocución activa. En el discurso cotidiano, las demandas por el desarrollo de una educación intercultural, por la reivindicación de los derechos, el respeto por los territorios y por su práctica de la espiritualidad como forma de vida forman parte de las demandas permanentes que se comparten.

En este apartado, damos cuenta, a través de la descripción etnográfica, del proceso de conformación del grupo To’one Masehualoon (‘somos mayas’), que surge en Corozal con integrantes de aldeas cercanas y cuyo punto de interés es el fortalecimiento de la identidad maya.

Este grupo recurre a su memorabilidad y al proceso de construcción de su pasado histórico, acomodando y reacomodando un discurso que se va mezclando con las prácticas mayas que ocurren en la comunidades indígenas peninsulares del lado mexicano. Hay una especie de reconocimiento de sus hermanos mayas que mantienen las tradiciones “verdaderas”; de tal suerte, este grupo busca fortalecer y recrear sus prácticas retomando lo que ellos consideran como su origen.

Sin embargo, resulta de suma importancia mencionar que este proceso de señalar sus propias condiciones culturales —derivadas de un pasado maya y un proceso migratorio enmarcado en enfrentamientos ya abordados (Caso & Fernández, 2016)— reconfiguró las relaciones y las prácticas culturales.

Los miembros de To’one Masehualoon se consideran descendientes de los mayas que pelearon en la guerra de Castas. Son un grupo relativamente joven, con apenas cinco años de fundación (2015). Comparten el mismo objetivo: “Tener a todas las generaciones de mayas del norte de Belice unidas por el idioma. Eso significa que no es solo esta generación, pero la próxima y la próxima; todos en Corozal entenderán el idioma” (Adela Pederson, septiembre de 2019, comunicación personal).

To’one Masehualoon se ha vinculado con la casa de cultura de Corozal; trabajan con ellos en diversos eventos y esto les ha permitido ganar experiencia y difundir sus actividades. La organización viaja a Chetumal y ha sostenido reuniones con áreas de cultura como el Instituto de Cultura de Estado, la Universidad de Quintana Roo.

La memorabilidad, como apuesta de recuperación de la voz y los sentidos, resulta importante en la medida en que las subjetividades parten de procesos contextuales y se comparten mentalidades (Fornet-Betancourt, 2009, pp. 14-15). Las voces en tono biográfico dan cuenta de sus propios lugares y contextos. Desde esta perspectiva intercultural, conocer desde su propia lengua y referencia nos permite dar cuenta de las motivaciones de los individuos. En este texto se presentan relatos recogidos en el año 2019 a través de las charlas con tres integrantes del grupo.

Adela Pederson

La señora Adela Pederson es más conocida como Adelita. Es de una estatura media, cabello rizado y corto, piel oscura, ojos amigables y oscuros, y siempre tiene una sonrisa sincera. Nació el 30 de agosto de 1961. Ella es la líder o encargada del grupo; sin embargo, su historia tiene su génesis en la aldea de Libertad, donde vivió su niñez junto a su familia. Aunque su niñez no fue perfecta, pues hubo problemas domésticos, siempre sostuvo una relación cercana con su madre y con su abuela; de estas dos figuras surge su deseo de sumergirse en la cultura maya, la cual ella conoce como su esencia.

Recuerda sus constantes visitas a las aldeas de Concepción y Calcuta para visitar a su familia. Aquí pasaba días y luego regresaban a casa. A los 22 años emigra a los Estados Unidos, a San Diego California; creció y se desarrolló como adulta en ese país. Formó una familia y vio crecer a sus cinco hijos; uno ya falleció de cáncer al igual que su esposo. Profesionalmente, ejerció como enfermera de cuidados paliativos, lo que le permitió compartir muchas experiencias con los pacientes. Fue estudiante de la Inter American University y de Fletchers College.

Decidió regresar a Belice a los 54 años para hacer trabajo voluntario en un centro de rehabilitación en una de las aldeas de Corozal. La pérdida de su madre la hizo reflexionar y considerar regresar definitivamente a Belice, pero también otro elemento que la motivó fue su incorporación a To’one Masehualoon.

Uno de sus recuerdos más vívidos de su niñez es un elemento de identificación como maya. Estando en la cocina con su familia extensa, compartiendo una comida, claramente recuerda a sus parientes hablando maya: “Estaban contando: jun, ka’a, oox (‘uno, dos, tres’)”. Uno de los recuerdos más cercanos al corazón fueron las últimas palabras de su madre antes de partir, en maya, su lengua originaria.

Ambos recuerdos son importantes para ella, ya que son una fuente de identificación de pertenencia a la cultura maya. Se integró a To’one Masehualoon hace cinco años. Conoció a los señores Roy Rodríguez y Adán Palomo, que estaban interesados en los mayas y de inmediato tuvieron el mismo interés.

El 16 de abril, el señor Roy me dijo un día: ‘El señor Adán y yo estaremos en Central Park en Arts in the Park y prepararemos una pequeña mesa, y solo vamos a compartir folletos a la gente. Les diremos a ellos que esta noche será un evento muy histórico, ya que se conmemora el tiempo en que el parque fue tomado por Marcos Canul’.

Me contó más sobre Marcos Canul, que luchó por los derechos de las personas, independientemente de que los ingleses lo describieron como rebelde.

Decidí unirme a ellos en este evento. La señora Debby nos tomó una foto en este evento. Fue la primera vez que trabajamos juntos entregando información sobre Marcos Canul. Después de esto, les pregunté si alguna vez pensaron hacer un grupo para esto. Respondieron que simplemente no sabían cómo hacerlo. Entonces, ofrecí mi ayuda porque sabía cómo configurarla; solo les dije que organizaría el grupo integrando la misión, la visión.

En nuestra segunda reunión elegimos a los representantes y decidieron elegirme como presidente. Estaba preocupada porque mi tiempo en la rehabilitación estaba llegando a su fin y estaba planeando volver a casa; sin embargo, acepté.

Un par de meses después obtuvimos la licencia comercial; luego, comenzamos a trabajar en nuestro estatus de ong. Un año después, fui reelegida para otro mandato de presidencia hasta la actualidad.

Su estancia en Belice ha sido memorable, ya que ha tenido experiencias positivas y negativas, se ha enfrentado a muchas críticas hacia To’one Masehualoon y sus objetivos, pero siempre las enfrenta con su actitud positiva.

Faustino Yam

Don Faustino Yam tiene 58 años (nació el 29 de julio de 1961). Es casado y vive con su esposa, Angelita Yam, una persona muy amable, y no tiene hijos. Es de estatura mediana tiene ojos claros y piel clara; su cabello aún mantiene su color obscuro. Es un señor muy calmado. Cuando habla se puede sentir el peso de su conocimiento.

Durante su niñez, su padre fue cañero, como la mayoría de las personas de esa época. Recuerda sus días de niñez en la escuela distinguiendo la arquitectura de su aldea: “Antes no estaba este edificio. Los maestros eran garífunas, no como ahora; ahora tenemos maestros de aquí”.

Reside en su aldea de nacimiento, Cristo Rey. Durante su juventud, su trabajo como maestro de educación primaria lo llevó a diferentes aldeas como Xaibe y a conocer a más personas. Aun así, siempre regresa a su lugar de origen. Se considera mayero, ya que habla el idioma al igual que su esposa.

Cuando se retiró de su trabajo decidió enfocarse en dar a conocer su herencia maya y decidió empezar a coleccionar objetos para hacer un museo, en una sección de su casa donde antes era una tiendita de abarrotes. La mayoría de los objetos en el museo fueron de sus familiares o son prestados.

Otro de sus intereses es atender su jardín de plantas que tiene atrás de su casa; tiene muchas plantas medicinales y procura saber su nombre en español, maya e inglés. Su voz como mayero y la difusión de sus actividades lo han llevado a conocer a muchas personas. Ha platicado con estudiantes de otras universidades y durante las vacaciones acuden personas a realizar investigación. Estas son cosas que lo alegran e indican que está haciendo un trabajo positivo en su vida. Se integró a To’one Masehualoon mediante uno de sus sobrinos: un día se enteraron de las actividades del grupo y su sobrino comentó que “su tío es el mero mero para eso”. En el grupo es líder espiritual y tesorero, uno de los miembros importantes.

Roy Rodríguez

Mr. Roy Rodríguez o Mr. Roy, como mucha gente lo reconoce, es el encargado de contar la historia del pueblo maya. Es de estatura alta, piel, ojos y cabello oscuro; tiene una personalidad reservada.

Su tema favorito para platicar es la historia y la importancia de la identidad maya. Nació en el 22 de enero de 1947. Su niñez la vivió en distintos lugares; particularmente, en aldeas del norte de Belice, ya que su padre fue profesor y director de escuelas primarias. Estudió en la escuela primaria de San Narciso; luego, en St. Johns High School y la universidad la cursó en Canadá, en McGill University, donde se enfocó en estudios históricos y antropológicos.

A una edad mayor se traslada a la municipalidad de Corozal. Su profesión y pasión siempre fue la enseñanza. Logró enseñar en Corozal Community College, Corozal Junior College y en la escuela primaria de Xavier School. También participó en la política: en el año 2015 se integró al Belize Progressive Party para poder competir en las elecciones generales del país, pero no tuvo éxito.

Ya está retirado. Está casado y es padre de 4 hijos, los cuales ya lo hicieron abuelo. Reside en un área relativamente nueva de municipio de Corozal. Ha tenido muchas etapas de crecimiento, desde su estancia en Canadá hasta su estancia permanente en Belice, pero su punto de retorno ocurrió cuando revisaba un texto.

Habíamos abierto una tienda de artes y manualidades, y en una sección teníamos una variedad de artefactos mayas. Y luego, un día una señora entra en la tienda y ella viene hacia mí y me dio un libro. Era una de esas damas que habían sido aceptadas como refugiadas del país del Salvador en la década de los ochenta. Me da el libro y lo leí, y ese fue uno de mis momentos decisivos en mi vida. El nombre del libro era Tiempo entre los mayas de Ronald Wright y narra un viaje a Belice.

Es muy apasionado en la historia y la identidad maya. Organiza muchas actividades para crear difusión de la cultura, como la ceremonia en el templo de Santa Rita durante el último Baktun. Esta actividad logró recaudar fondos para la restauración del templo y creó lazos con los hermanos mexicanos que participaron. Él es un pionero de la historia escrita desde la perspectiva de los beliceños, ya que se opone fuertemente a los libros de historia heredados de la época colonial.

Aunque no habla maya, solo inglés y español, sabe que es descendiente maya, se identifica como maya, y uno de sus relatos favoritos para respaldar esto es la historia contada por sus padres:

Una vez mis padres me dijeron que cuando era niño había un festival en honor del Cristo negro en el pueblo y que querían ir, así que me dejaron durmiendo en la hamaca y se fueron; cada hora me acechaban. Vinieron una vez, dos veces y la tercera vez que vinieron ya no estaba en la hamaca, me buscaron y me encontraron debajo de la cama rodeado de zapatos. Ahora me parece gracioso porque mis padres le echaron la culpa al alux, ya que vivíamos cerca de un sitio arqueológico.

CONSLUSIONES

La frontera entre México y Belice, como espacio geopolítico, ha demarcado un territorio concreto; sin embargo, las relaciones que siguen tejiéndose van más allá de esta condición. La porosidad cultural e histórica transita con mucha vitalidad a través de las prácticas cotidianas de sus lugareños.

Los encuentros y desencuentros en el periodo histórico marcado por la guerra de Castas iniciada en 1847 y por las relaciones y vínculos comerciales entre los ingleses y los mayas cruzoob dan cuenta y contribuyen a enriquecer y delinear el paisaje sociocultural de la región norte de Belice.

La creación del distrito de Corozal responde entonces a la condición propia de los habitantes inmigrados; la llegada de mayas a esta región se ve reflejada en la fundación de aldeas, algunas con nombres mayas, que dan testimonio de su condición étnica. Incluso, convivieron mayas cruzoob y mayas icaiche, así como inmigrantes yucatecos. En este escenario reprodujeron sus costumbres, como la milpa, el cultivo de caña, la ritualidad, pero también su idioma. Lo que en un principio fueron lugares de refugio se convirtieron en asentamientos fijos; al establecimiento de la frontera geopolítica, se convirtieron en beliceños de origen maya.

Los descendientes vuelven a la palestra con nuevos argumentos y demandas: la visibilidad de su condición, la recuperación de su pasado histórico y la reivindicación de su identidad maya a partir de su propia memorabilidad y narrativa. En un país cuya característica es su condición pluricultural, la generación de puentes interculturales se convierte en una asignatura pendiente; por lo pronto, en esta joven nación, este grupo minorizado reclama y demanda ser escuchado, pero también comparte su legado ancestral reconociendo su hermandad con los mayas de los lados mexicano y guatemalteco, de ahí que su sentido aspiracional del pensar en la noción de panmayanidad sea legítimo.

To’one Masehualoon es también una iniciativa por preservar, rescatar y visibilizar la identidad maya. Los esfuerzos que el grupo realiza contribuyen al enriquecimiento de la diversidad cultural del país, pero también sitúan la agenda pendiente de una política nacional que permita la generación de estrategias interculturales en escenarios multiculturales. Este reto señala, pues, la posibilidad de que el país se siga fortaleciendo culturalmente a partir de sus grupos culturales ancestrales o, en su caso, que desaparezcan gradualmente, como se observa que ha sucedido en otros países.

REFERENCIAS

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CÓMO CITAR ESTE TEXTO

Canul, E. & Corine, C. (2020). Viviendo las identidades en la frontera de México y Belice: la reivindicación de lo maya. Punto Cunorte, 6(11), 129-144.

* Profesor investigador y jefe del Centro de Estudios Interculturales de la Universidad de Quintana Roo, México.

** Pasante de la carrera de Antropología Social de la Universidad de Quintana Roo.